"No es lo que ellos venden; es lo que tú compras"
El artista madrileño Dani Martín vende más de 75.000 entradas en un sólo día para seis conciertos que tendrán lugar a finales de 2025. ¿Qué significa esto y hacia qué modelo nos dirigimos?
Hoy nos acostaremos con la certeza de que al menos 75.000 personas ya tienen un plan para dentro de 22 meses: asistir a un concierto de Dani Martín. El artista madrileño ha empezado el día agotando un Wizink Center y, al cierre de este texto, ya va camino de agotar el sexto. Por muy loco que pueda parecer, todos somos cómplices de que este tipo de cosas sucedan.
I.
No conozco personalmente a Dani Martín pero admito que me cae bien desde hace mucho tiempo y procuro ver o leer las entrevistas que le hacen en diferentes medios porque siempre, sin excepción, rescato algo que acaba resonando en mi cabeza durante días. Nunca me he acercado a su música –ni a la de El Canto del Loco ni a la que factura en solitario– y, por cómo viene mi tendencia a la hora de escuchar discos, diría que no voy a hacerlo a corto ni a medio plazo, pero estoy convencido de que disfrutaría de una conversación con él si se diera el caso.
Y resulta que esta mañana, en el scroll down reglamentario de X –antes Twitter– mientras iba en el metro camino al trabajo, he visto este tuit del bueno de Aitor Nova, un trabajador de la industria musical española y promotor independiente:
Reconozco que me han sorprendido ambos datos (Dani Martín vendiendo entradas para finales de 2025 y Karol G –a la que he confundido en primera instancia con Becky G porque la gente de mi edad empieza a cometer esa clase de errores– sacando a la venta su ¡cuarta! fecha en el Bernabéu) así como el estupor que desprende el tuit –ese “se nos va de las manos”–, de modo que me he puesto a pensar en ello antes de llegar a mi parada, Ochsenzoll, y he apuntado algunas cosas en el móvil para poder desarrollarlas ahora que tengo un rato para sentarme al ordenador.
II.
Never mind what's been selling
It's what you're buying
And receiving undefiled
(Blueprint, Fugazi)
Mi mente es un parque de atracciones pero, de vez en cuando, funciona como un instrumento de precisión: cada vez que leo o escucho a alguien torcer el gesto por lo que otros están ofertando, empieza a sonar el estribillo de Blueprint, la canción del Repeater (Dischord Records, 1990) donde Fugazi resumen en dos versos la esencia misma del underground: “No es lo que ellos venden; es lo que tú compras”. Y en esta ocasión no ha sido distinto.
III.
Las cosas son así: artistas de éxito que son la punta de lanza de diferentes equipos coordinados desde hace años, tratan de hacer cada vez más grande su ventana de oportunidad, mitad porque pueden hacerlo y mitad porque nunca se sabe lo que puede pasar en un futuro. Es justo esta variable la que juega un papel determinante en esta historia.
Todas en la industria musical éramos conscientes de que vivíamos en una cárcel y la COVID-19 lo único que hizo fue descubrirnos los barrotes. Ante esta realidad, y con compañeras y compañeros al borde de la miseria, los mejores posicionados tomaron nota: más vale hoy que mañana; más vale grande que pequeño; más vale todo que ético. Todavía recuerdo con cierto sonrojo a algunos managers y promotores a los que todo el mundo conoce por sus continuas ilegalidades, reclamar públicamente ayudas al gobierno. Hablo de gente con propiedades –en plural– y con una leyenda fundamentada en prácticas mafiosas y delitos laborales. Y recuerdo también a mucha gente de pasado intachable y a la que tengo aprecio, manifestándose con ellos, codo con con codo, representando una suerte de hermandad circunstancial con la esperanza de que, cuando todo se recuperase, esos mismos señores tuvieran a bien repartir con ellas y ellos algunas migajas del festín. Pues aquí lo tenéis: este es el festín que habéis ayudado a organizar y del que ahora os sentís excluidos. ¿Qué pensabais que iba a ocurrir?
Habéis normalizado los Golden Ring®, las entradas con Precios Dinámicos®, a La Oreja de Van Gogh en festivales a los que ibais a dormir en tienda de campaña con un nudo en el estómago por ver a vuestro artista internacional favorito; habéis normalizado a Pablo Motos, a Izal, a Nacho Cano como cabeza de cartel de un festival que años antes cerraba con Mogwai; habéis normalizado a Arde Bogotá compartiendo cartel con Bad Religion, a los bancos que nunca han devuelto el dinero del rescate de 2012 haciendo pre-venta de entradas de artistas de los que tenéis toda la discografía en vinilo, a todas las marcas de alcohol metiendo sus logos en el escenario de vuestras bandas favoritas. Habéis normalizado que los grupos pequeños paguen por tocar, que las salas de Madrid cobren un alquiler inmisericorde a golpe de contrato que no pasaría el visto bueno de ningún juzgado, que tengáis que pagar entre 5 y 10 € por ¡una cerveza! en algunas barras. Habéis normalizado precios escandalosos a cambio de aplacar vuestro FOMO®, que os maltraten en el ropero, que las salas se lleven hasta un 25% de vuestra recaudación en el merchandising de esa noche, recoger todo a toda prisa porque os acaban de decir que después de vuestro concierto hay otro más y no te puedes ni tomar una birra en el camerino con los amigos que han ido a verte para relajarte y saborear las mieles del no-éxito. Habéis normalizado todo eso y resulta que ahora os lleváis las manos a la cabeza porque un pibe que puede vender seis o cuatrocientos Wizinks dentro de dos años, los venda.
IV.
Entiendo que damos por hecho que este tipo de operaciones –Viva Suecia vendiendo 15.000 entradas en Madrid, Kenny G (¿o era Karol G?) haciendo cuatro Bernabéus o Metallica programando una gira de tres años– se sostienen por datos. Los datos son: escuchas en plataformas, visualizaciones en YouTube, engagement en redes sociales, ventas de discos e impactos en medios. Todo esto bien segmentado y con números reales permiten entender una realidad necesaria a la hora de tomar decisiones. De modo que si Dani Martín saca una canción hablando de una actriz y en 24 horas se convierte en El Tema De Conversación en España, ¿a quién le sorprende que los que toman decisiones en su equipo decidan que es el momento de poner la maquinaria a funcionar? ¿Creéis de verdad que una empresa como Live Nation se puede permitir programar a base de corazonadas a la hora de sacar un cuarto Bernabéu para Warren G digo Karen G en julio de este año?
V.
Tengo simpatía y respeto por La Jetée y por la persona que está detrás de esta cuenta, porque con mucha frecuencia acierta a la hora de poner el foco sobre los asuntos importantes que forman parte del día a día de las bandas pequeñas. Hoy, sin embargo, no ha sido así. Sé que no son lxs únicxs de la escena underground que piensan que el mainstream está robando espacio a la escena independiente, de modo que quiero dirigirme a todxs ellxs antes de acabar este post: no es verdad que exista un trasvase de público de la escena independiente al mainstream. Nunca ha existido y nunca existirá. Lo que sí existe es una total y definitiva separación de ambas realidades, hasta el punto que lo que corre peligro no son las bandas pequeñas, sino la propia estructura independiente de música en directo, como bien explicó Dave Simpson en este artículo de The Guardian hace unos días, en el que sólo habla del caso británico pero del que pueden extraerse sencillos paralelismos con la escena española.
VI.
Hace poco más de una década, cuando el Primavera Sound empezó a anunciar al cabeza de cartel del año siguiente durante la sesión de despedida de DJ Coco, la mayoría de los que estábamos allí sentíamos que estábamos asistiendo a la revelación de un secreto en directo y aquellos que podían y cuyo estado se lo permitía, se apresuraban a dejar ya reservados hotel y AVE antes de salir por la puerta del recinto. Los jugueteos con el FOMO y el tiempo no los ha inventado Dani Martín –y probablemente tampoco el Primavera Sound–, por eso sorprende que llevemos conviviendo tantos años con la anticipación y todavía no hayamos sabido aceptarla. Hacemos planes para todo (yo mismo he comprado una entrada para ver a Karate en Londres el próximo diciembre) pero apelamos a la burbuja del directo para tratar de justificar nuestra incapacidad para analizar lo que está ocurriendo. Seamos serios: ¿quién de ustedes, artistas o promotoras, no querría haber vendido ¡seis! Wizink Centers con 22 meses de antelación en un solo día? ¿En nombre de qué escena o de qué valor superior se pretende invocar lo contrario?
Es el mercado, amigo. Deja de hacer aspavientos y ponte a trabajar por tu comunidad.
Te admiro mucho, tanto por tu escritura como por hablar alto y claro sobre la realidad que tantos quieren evadir de nuestra vista, para seguir lucrándose y engordándose los egos. Y por ofrecer a los que todavía no ven lo que sucede. Eso es lo más importante.
PD: Un saludo a Áitor, que es uno de mis mejores amigos. Qué gracia que lo hayas citado.
Me parecen números demasiado grandes, sospecho que hay empresas haciendo acopio de entradas para reventa.