Ya disponible: 'Sangramos, pero no damos con la herida. poemas 2012-2015'
Después de casi una década guardado en un cajón, este verano decidí maquetar, editar e ilustrar con fotografías analógicas mi primer libro. Ya está disponible, de momento, en su versión digital.
Seré muy breve: escribo poesía desde los años del instituto. No he llevado la cuenta de la cantidad de poemas que tengo repartidos en cuadernos, archivos de ordenador de la época previa a internet o de los emails que me he enviado a mí mismo con versos en las últimas dos décadas, pero imagino que hablamos de cientos. Sin contar las canciones, que son otra manera de escribir poesía. Me manejo con tranquilidad en ese terreno y, lo confieso, me gusta creerme escritor porque me empuja a escribir mejor, a expresarme mejor, a observar mejor. Uno de mis mayores problemas es que al final nunca soy nada: no soy músico, no soy escritor, no soy fotógrafo. Y siempre he querido ser, al menos, una de esas cosas.
Sangramos, pero no damos con la herida es un libro de poemas escritos entre 2012 y 2015 que debió salir a finales de ese año pero que, como muchas otras cosas, tropezó con la última valla antes de cruzar la meta y se quedó paralizado dentro de un cajón digital en mi nube durante todo este tiempo. He pasado el último mes y medio editando, corrigiendo, cambiando, maquetando e ilustrando esta obra que, de tanto leerla, me ha acabado pareciendo digna. A Álvaro Marcos, cantante y letrista de Atención Tsunami (uno de mis grupos favoritos), que la leyó hace un mes, también: "Aflora el músico y el cantante en el sentido preciso del ritmo y la cadencia (también en la tentación aislada del letrista) y fluyen con una naturalidad pasmosa. Todos te llevan a sitios que merecen la pena. Me cae bien este poeta. Me gusta oírle sentir y pensar e incluso maldecirse, y siento que habla desde la parte de uno mismo que ama, no desde la que quiere ser amada a toda costa".
Tengo la espina de haberlo editado en Amazon, pero no he encontrado nada más fácil ni más conocido para ponerlo a disposición. Me gusta pensar que es sólo una circunstancia, pero llega un momento en el que tienes que elegir entre lo práctico y lo correcto y esta vez tocó lo práctico.
Hay una cosa de la que estoy orgulloso de Sangramos, pero no damos con la herida y es que, al leerlo, no te mueres de vergüenza. No te pone en la tesitura de cerrar los ojos y decir: “Pero qué cojones tiene este pavo en la cabeza”, que es lo que me pasa con el 87% de los libros de poesía de músicos –varones, en su inmensa mayoría– que he leído en mi vida. Tampoco habla de sexo ni contiene palabras como polla, coño, desflorar, elixir, alma, anal o lefa. No sólo no estoy cómodo hablando de sexo sino que tampoco lo estoy leyendo de sexo, salvo que tenga entre manos Las edades de Lulú de Almudena Grandes. Mi vida sexual no da para un poema. Tampoco es un libro de un hombre blanco hetero con crisis de mediana edad galopante: no habla de drogas, no habla de chicas jóvenes, no habla de ser malo; no es un libro de poemas escrito por un oficinista. Estos poemas hablan de lo que veo porque, en realidad, toda mi obra (musical, fotográfica y ahora poética) se basa en observar y en confrontar la realidad. No es una vía de escape ni estas rimas me han salvado la vida ni, como tanto se dice por ahí, me han ahorrado mucho dinero en psicólogos. Sigo yendo a terapia y la pago como puedo.
Igual que en la música, quiero moverme en el mundo de la poesía sin dar vergüenza y sin dar explicaciones. Con la cabeza alta y representando a mi propio universo. Esto es lo que hago. Ojalá te guste.