Sois una panda de subnormales
Por una vez, me voy a dar un lujo: voy a dejar a un lado la empatía y la cortesía para escribir lo que pienso de algunos españoles tal y como se lo contaría a mi mejor amigo. Sin matices ni hostias.
Estoy hasta los cojones de vosotros. Y seríais el centro de todas mis risas si no fuera por el hecho de que, más pronto que tarde, pondréis de presidente del Gobierno de mi país a un subnormal que no sabe nada y que no tiene ni una sola idea propia en la puta cabeza, igual que habéis hecho con la retrasada de Ayuso en Madrid o con el mermado de Alvise en Europa, al que le habéis regalado unas vacaciones de 5 años en Bruselas a cambio de que se ría en vuestra cara de lo faltos que sois, mientras esperáis que sortee el sueldo. ¿Pero qué sueldo, panda de gilipollas? ¿Qué sueldo va a sortear?
Mi abuelo por parte de madre, Ambrosio Pérez, fue un pobre hombre, impresor, boxeador amateur y republicano, que tuvo que construir con sus propias manos el adefesio ese del Valle de los Caídos cuando el bando nacional ganó la guerra y empezó la última dictadura que ha habido en España –por mucho que ahora digáis que si Perro Sánchez dictador y tonterías del estilo. Si España fuera una dictadura, estaríais todos muertos, tontos de los cojones–. En cambio, mi abuelo por parte de padre, Francisco Márquez, era más de derechas que el grifo del agua fría. Pudo estudiar y trabajó toda su vida como economista en el Ministerio de Consumo. Le gustaban los toros y un día me confesó que votaba a Falange. Ningún problema con eso: un cristiano conservador de toda la vida, con su ABC y sus cosas. Una ideología comprensible, de la época. No tengo problema con la gente de derechas que entiende y sabe por qué son de derechas. Tengo problema con las ideas de derechas, por eso las combato desde la izquierda. No es tan difícil de entender, pero no entendéis porque no os sale de los santos cojones hacer un esfuerzo ni para eso.
Pero lo vuestro no es ideología; creéis que lo es, pero es otra cosa: es el resultado de que sois más tontos que un trapo de limpiar. Hay que querer entender el mundo y, sobre todo, entender las propuestas de cambio o mejora del mundo que van asociadas a la ideología, para poder aspirar a tener una (da igual que sea de derechas o de izquierdas, ahí no entro). Pero no: lo vuestro siempre tiene que ser cortito y al pie porque como sois unos auténticos zoquetes, no dais para sostener un mínimo de debate intelectual y os tenéis que adherir a cualquier movida conspiranoica que pase por vuestro lado porque es lo único que os mueve un poco la castaña: lo que suena potente, diferente, peligroso. Porque vuestro único deseo no es otra cosa que sentiros importantes debido a que sois plenamente conscientes de que vuestra vida es una auténtica mierda: la secuencia perfecta de la nada más absoluta. No tenéis un puto duro, os ha dejado vuestra pareja o la que tenéis en realidad no os gusta, pagáis todo a plazos, vivís en barrios a tomar por culo de cualquier sitio, tenéis trabajos que son una pesadilla donde, además, sois prescindibles; tenéis un gusto demencial en todo (música, películas, series), no leéis ni aunque os pongan una pistola en la cabeza y vuestra idea de libertad es beber ochocientos tercios en una terraza mientras le decís a la camarera ecuatoriana que a ver si un día os la chupa. Sois tan tontos que no os dais cuenta de que la gente a la que votáis no os tocaría ni con un puntero láser. Para que se entienda bien: la élite económica de este país tiene que ser de derechas porque tienen movidas que proteger, entre otras cosas, su estatus (luego siempre sale algún díscolo que se hace comunista y tal, pero eso es porque tienen tanto dinero que ya pueden ser lo que les salga de la polla). Vosotros, que sois pobres, estáis siendo los tontos necesarios para hacer millonaria a gente que os odia, que son justo la misma gente a la que votáis. Odiáis a los negros, a los moros, a los sudacas, a los gitanos y a los de cualquier raza o etnia porque son más pobres que vosotros. En el momento que un negro se pone a meter goles en vuestro equipo, a ese se le respeta. Ya no te digo si en lugar de ser negro es argentino. Odiáis a la gente como yo porque no entendéis nada de lo que tenéis delante y os han enseñado a que gente como yo quiere acabar con vosotros. Y la verdad es que no. La gente como yo está realmente ocupada en hacer de este estercolero algo más vivible, de la forma que tenga más a mano o en la disciplina que tenga más talento. Esto no os entrará nunca en la cabeza porque el individualismo en el que habéis buceado toda vuestra puta vida os ha llevado a creeros la milonga del emprendedor que triunfa sin ayuda de nadie. Subnormales: nada sucede sin el Estado. Sois los primeros en llamar a la Policía cuando sentís miedo, como si fuera una empresa de capital privado.
El problema de todo esto es que antes nadie os hacía caso y ahora tenéis redes sociales –que precisamente se alimentan de anormales como vosotros–, para dar rienda suelta a vuestras fobias. Y claro, como sois la cosa más tonta de la pirámide social, ni tan siquiera os da vergüenza vuestra miseria: que si terraplanistas, que si el feminismo no sé qué, que viva la libertad carajo, que Elon Musk, que Trump, que Desokupa, que Vito Quiles. Todo ahí metido, triturado suave para cerebros que no dan más de sí. ¿Sois de derechas? No. Sois pobres de 2025. Eso es lo que sois. De derechas es Juan Manuel de Prada, que se pone a hablar y no sabéis ni por dónde os viene el aire; de derechas es Alfonso Ussía y era Vargas Llosa. Vosotros sois mano de obra barata para un sistema que únicamente os necesita para que le sigáis comiendo la polla día y noche mientras pensáis que sois especiales, que sabéis algo que nadie más sabe. El resto somos maricones, comunistas, socialistas, wokes y cualquier cosa que no llegaréis nunca a comprender. Estáis emputecidos viendo tiktoks de MMA, mandando chistes de mierda en Telegram, viendo reels de cryptobros que están todos más preparados que una pizza de Casa Tarradellas, viendo porno en el móvil y pensando que SALF es la única opción contra la partitocracia, pero os quitan la pantalla y os convertís en brújulas desmagnetizadas.
La suerte que tenéis es que vivís en un país y en un continente en el que nadie os lleva por delante por amplificar mentiras, insultar, amenazar o señalar. Un país que, gracias al trabajo de gente que se dejó la vida para que tarados como vosotros pudieran tener un hueco en la sociedad, todavía no os ha hecho caer. Pero lo hará: votaréis para ello. Los primeros en descolgarse seréis vosotros porque no tenéis nada para manteneros. Y no hablo de políticos, sino de política. Hablo de la gente que piensa en común y que no diferencia caras sino necesidades. Hablo de la gente que compromete su tiempo, su dinero y su inteligencia en mover un poco la aguja hacia el lado del bienestar. Hablo de la gente, claro, a la que odiáis. Gracias a esa gente, podéis ser los cretinos y anormales que sois.
Os molesta todo: las dietas de los demás, los carriles bici, dos tíos follando, tres tías besándose, gente que duda de su sexo o de su género, la gente que ayuda, la quinoa, la gente que dona, Broncano, Joaquín Reyes, Irene Montero, Silvia Intxaurrondo; os molesta que no se pueda fumar en sitios públicos, que ahora el tapón de la botella no se pueda desprender, que exista la posibilidad de reciclar, que haya gente que deja sus países por vivir una vida mejor. De cerca estáis mamadísimos del Basic Fit, el único gimnasio que os podéis permitir, pero desde un poco más lejos sois una catedral hecha de palillos mondadientes. Va a ser espectacular cuando petéis. No para mí, que no le deseo mal a nadie, sino porque vais a ser tantos y vais a caer tan a plomo, que lo vamos a escuchar hasta en Hamburgo. Os molesta todo, no porque tengáis una idea de país que estéis deseando implementar, sino porque sois incapaces de entender una puta mierda de nada de lo que de verdad está pasando.
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¿Cómo de a gusto te has quedado? Yo solo de leerlo bastante.
La oscura realidad.
Gracias Pepo por mostrarla por aquí.