Cultura de la cancelación: una cortina de humo que esconde un sistema fallido
¿Qué perseguimos cuando rechazamos la obra de artistas y personajes públicos cuyo comportamiento hemos decidido censurar y cómo podemos convivir con la imperfección?
COLLAGE UTILIZADO SIN LA AUTORIZACIÓN DE LA CNN (21.09.2019). PIDO DISCULPAS DE ANTEMANO
La velocidad con la que las redes sociales convocan y movilizan nuestra opinión en torno a temas complejos, consigue desvirtuar cuestiones de mayor calado que, planteadas con seriedad e incorporadas al debate público, demostrarían dos cosas sencillas: que es el sistema el que falla y que es necesario transformarlo. La cultura de la cancelación es una solución simplista y contemporánea a malestares universales que llevan ahí desde siempre. Sólo poniendo el foco en estos últimos se puede lograr el cambio.
I.
Madrid, 8 de marzo de 2022. Es difícil pensar en un cómico menos adecuado para actuar en Madrid en el Día Internacional de la Mujer, pero ahí estábamos cientos de personas entrando de manera ordenada en el Teatro Nuevo Apolo para ver a Louis C.K. Este fue, sin duda, el show con menos amplificación en redes sociales que recuerdo. Nadie queríamos decir que estábamos allí, a pesar de tratarse de uno de los mejores cómicos de todos los tiempos. ¿El motivo? El estadounidense había sido cancelado años antes y todavía no estaban claras las consecuencias que podía acarrearnos la asistencia, en plena escalada de la conciencia woke.
La historia fue tal que así: Louis C.K. fue cancelado a finales de 2017 tras una serie de acusaciones por conducta sexual inapropiada. El 9 de noviembre de 2017, The New York Times publicó un artículo en el que cinco mujeres acusaban a Louis C.K. de haberse comportado de manera sexualmente inapropiada con ellas. Los relatos incluían descripciones de actos de masturbación sin su consentimiento.
Antes de la publicación del artículo, ya había rumores y especulaciones sobre el comportamiento de Louis C.K., pero no se había reportado de manera tan detallada ni había recibido una atención significativa por parte de los medios. Después de que se publicaran dichas acusaciones, Louis C.K. emitió una declaración en la que admitía que las historias eran verdaderas y manifestaba su arrepentimiento.
Como resultado de este reconocimiento, Louis C.K. sufrió consecuencias profesionales inmediatas: el estreno de su película I Love You, Daddy fue cancelado y varias compañías con las que había trabajado, incluidas HBO, Netflix y FX, cortaron lazos con él y anunciaron que no llevarían a cabo más proyectos a futuro con el cómico. También fue eliminado de varios proyectos de voz en off y otras apariciones públicas fueron suspendidas.
Pasado un tiempo, Louis C.K. volvió a actuar, volvió a participar en proyectos, volvió a estrenar especiales y, hoy por hoy, es uno de los cómicos que más dinero genera en el negocio.
Por supuesto, que un hombre se masturbe delante de una mujer sin su consentimiento es inadmisible y no admite debate. Dicho esto, ¿cuál tiene que ser el castigo si no existe denuncia en firme que lo establezca por los cauces administrativos o judiciales correspondientes? ¿Quién se encarga de administrar ese castigo si no es la Justicia? ¿Cuánto tiene que durar ese castigo?
En el Código Penal español, el exhibicionismo y los actos de lujuria frente a mayores de edad no se especifican de manera directa en ningún artículo. Sin embargo, cuando estos actos se realizan sin consentimiento y frente a mayores de edad, podrían considerarse bajo el marco de delitos contra la libertad sexual, dependiendo de las circunstancias específicas del caso. Esto incluiría conductas que puedan ser interpretadas como una forma de agresión sexual o acoso, dependiendo de la naturaleza y el contexto del acto, así como de su impacto en la víctima.
Los artículos del Código Penal que podrían considerarse en casos de exhibicionismo o actos de lujuria frente a mayores de edad, en función de su gravedad y las circunstancias, incluyen:
Artículo 178 y siguientes, que tratan sobre la agresión sexual. El Código Penal define la agresión sexual como cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento, y las penas varían según la gravedad del acto, pudiendo ir desde la prisión de uno a cinco años para los casos menos graves, hasta penas mayores en casos de violaciones o cuando la agresión sexual incluye acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de objetos por alguna de las dos primeras vías, donde las penas pueden ser de seis a doce años, y aún mayores en circunstancias especialmente agravantes.
Artículo 184, que aborda el acoso sexual, pudiendo ser relevante si el exhibicionismo se realiza en un contexto que pueda considerarse como tal, y que podría conllevar penas de prisión de tres meses a cuatro años o multa.
Es crucial entender que la aplicación de estas penas depende de la interpretación judicial de cada caso concreto, tomando en cuenta las circunstancias específicas del acto y su impacto en la víctima, pero ¿tendría sentido que la cancelación social durara más tiempo que una pena establecida por la Justicia?
II.
La cultura de la cancelación es un fenómeno de origen relativamente reciente que se ha popularizado a través de las redes sociales y se refiere a retirar el apoyo a personas públicas, empresas o entidades después de que hayan dicho o hecho algo que consideramos inaceptable. Desde una óptica capitalista en la que los miembros de la sociedad lo son en tanto en cuanto son consumidores, se establece una relación de causa-consecuencia con la persona o entidad cancelada: retiramos nuestro apoyo económico porque es una herramienta de efecto inmediato y con la que podemos hacer un daño cuantitativo. Aunque el término cultura de la cancelación es nuevo, el concepto de boicotear o rechazar públicamente a figuras o productos no lo es.
Es importante señalar que, aunque la cultura de la cancelación parece ser un fenómeno principalmente digital, la idea subyacente de responsabilizar a las personas por su comportamiento o de usar el boicot como medio de protesta tiene un largo historial. Lo que sí ha cambiado es la velocidad y la escala a la que estas acciones pueden llevarse a cabo, gracias a la tecnología y las redes sociales.
El término "cancelación" en este contexto empezó a ganar aceptación en la cultura popular en la década de 2010. Algunos artículos identifican su nacimiento en el ámbito de la cultura afroamericana en internet, donde expresiones como "cancelado" se usaban de manera coloquial para indicar el rechazo a alguien o algo. Hoy en día hemos naturalizado y generalizado su uso.
La cultura de la cancelación ha sido objeto de intenso debate con posturas a favor y en contra de ella:
Argumentos a favor de la cultura de la cancelación:
Responsabilidad y consecuencias. Promueve la idea de que las acciones y palabras tienen consecuencias, especialmente para figuras públicas, empresas y organizaciones. En una era de creciente conciencia social, puede verse como una forma de responsabilizar a individuos y entidades por comportamientos inaceptables o dañinos.
Visibilización de injusticias. Ha servido para visibilizar y denunciar injusticias, abusos y discriminaciones que de otra manera podrían haber permanecido ocultos o sin respuesta. Puede funcionar como un mecanismo de cambio cultural y social al exponer públicamente problemas que requieren atención y acción.
Empoderamiento de comunidades marginadas. Ofrece a las personas y comunidades históricamente marginadas una plataforma para hacer oír sus voces y exigir cambios. Las redes sociales han democratizado quién puede influir en el discurso público y quién tiene el poder de llamar la atención sobre ciertos temas.
Argumentos en contra de la cultura de la cancelación:
Falta de matices y diálogo. Puede fomentar un ambiente donde se pierden la complejidad y el matiz, y donde no hay espacio para el diálogo, el aprendizaje y la redención. Las decisiones se toman de manera impulsiva, a menudo basadas en información parcial o sin un entendimiento completo de los contextos.
Efectos en la salud mental. La presión y el escrutinio públicos, especialmente cuando se basan en acusaciones no verificadas o en interpretaciones de acciones fuera de contexto, pueden tener efectos dañinos en la salud mental.
Riesgo de abuso. Existe el riesgo de que la cultura de la cancelación sea utilizada de manera abusiva o manipulada con fines políticos o personales, llevando a injusticias contra aquellos que son injustamente señalados o cancelados.
Falta de redención: La cultura de la cancelación a menudo no deja espacio para el arrepentimiento, el aprendizaje o la redención. Esto puede resultar en castigos desproporcionados y en la falta de oportunidades para el crecimiento personal y la mejora de la conducta.
Efectos negativos sobre la libertad de expresión: Algunos argumentan que la cultura de la cancelación puede coartar la libertad de expresión, haciendo que las personas teman hablar por miedo a ser canceladas. Esto podría limitar el debate público y la diversidad de opiniones.
Reacciones basadas en la multitud: La dinámica de la cancelación se basa con frecuencia en reacciones emocionales y juicios rápidos impulsados por las redes sociales, lo que puede llevar a malentendidos, distorsiones de la realidad y castigos injustos sin una evaluación adecuada de los hechos.
Desviación de atención: Algunos críticos argumentan que la cultura de la cancelación puede desviar la atención de problemas sistémicos subyacentes, enfocándose en individuos en lugar de en las estructuras y sistemas que permiten o perpetúan comportamientos dañinos.
III.
Hace un par de años llegué a este artículo escrito por Rob Henderson y publicado por la revista Psychology Today En Español donde, por primera vez, leía sobre los motivos psicológicos que llevan a la gente a adorar la cultura de la cancelación. Me resultaron tan interesantes que los reproduzco en su totalidad, a pesar de que la traducción parece hecha por una IA mal entrenada (no pido disculpas: no es mi culpa):
La cultura de la cancelación aumenta el estatus social. El motivo más poderoso que sustenta la cultura de la cancelación es el estatus social. La investigación revela que el estatus sociométrico (el respeto y admiración de nuestros compañeros) es más importante para nuestra sensación de bienestar que el estatus socioeconómico. Además, un estudio reciente encontró que una clase social alta predice un mayor deseo de riqueza y estatus que una clase social baja. Dicho de otra manera, son aquellos que ya tienen estatus y dinero quienes tienen un mayor deseo de estatus y dinero en relación con otras personas. Para muchas personas ricas, ese impulso es la forma en cómo llegaron a sus altas posiciones en primer lugar. Agravando este impulso está el hecho de que normalmente están rodeados de personas como ellos: sus compañeros y competidores también son optimizadores de estatus. Están buscando constantemente nuevas formas de moverse hacia arriba o evitar deslizarse hacia abajo. Para los luchadores sociales, la cultura de la cancelación ha creado nuevas oportunidades para avanzar tumbando a otros.
La cultura de la cancelación reduce el estatus social de los enemigos. Sencillamente, si hay una actividad que elevará el estatus de uno mismo o del grupo, la gente la hará. Un enfoque para la elevación es hacer algo bueno, pero hacer algo bueno requiere esfuerzo y la posibilidad de fracaso. Afortunadamente, existe otra opción: diseminar el mal comportamiento de los demás. Las personas son lentas para dar elogios morales por un buen acto y rápidas para asignar culpa moral por una mala. La dificultad relativa de hacer algo bueno y el prolongado período de espera para recibir crédito por ello es la razón por la cual la cultura de la cancelación ha florecido. Ofrece recompensas sociales más rápidas. De hecho, la investigación muestra que las personas se involucran en la grandiosidad moral para mejorar su rango social.
La cultura de la cancelación fortalece los lazos sociales. La cultura de la cancelación no es una actividad solitaria. La gente disfruta unirse en torno a un propósito común. Obtienen satisfacción al unirse contra un perpetrador. Disfrutan del sentido de solidaridad que proporciona. La cultura de la cancelación es una actividad colectiva que fortalece los lazos sociales para los miembros dentro del grupo. Si bien hacer algo bueno puede aumentar el estatus del grupo y acerca a los miembros, también trae la posibilidad de fracaso. Es difícil unir a un grupo para hacer algo bueno debido a este riesgo. La gente se une en la difusión de las fechorías de los demás porque es más divertido para ellos. Ofrece estatus y solidaridad social a bajo costo. Incluso si el grupo no tiene éxito en la cancelación de alguien, el fracaso presenta oportunidades adicionales tanto para el estatus y la vinculación: ¿qué o quién te impide tumbar a tu objetivo? El grupo puede unirse en torno a esta pregunta.
La cultura de la cancelación obliga a los enemigos a revelarse. La cultura de la cancelación les permite a las personas identificar quién es leal a su movimiento. La difusión de las transgresiones de otros obliga a todos a responder. Aunque los objetivos de la cultura de la cancelación cometen transgresiones de diversos grados de severidad, a menudo han hecho algo que ha pasado de moda. Esto es perfecto para la coordinación social, porque significa que las personas no estarán de acuerdo sobre si la persona debe ser exiliada. Si todos estuvieran de acuerdo en que el objetivo debe ser denigrado, entonces no hay forma de identificar al amigo del enemigo. Pero si algunos están de acuerdo y otros no están de acuerdo, entonces sabes quién es un miembro comprometido del grupo y quién es un adversario. Aquellos que piden pruebas de la presunta mala conducta, o cuestionan la gravedad de la transgresión, o debaten la conveniencia de la cultura de la cancelación, se han revelado infieles a la causa. Reunirse en torno a una transgresión moralmente ambigua y ver cómo reaccionan las personas permite el reclutamiento de aliados y el ataque a disidentes.
La cultura de la cancelación produce recompensas rápidas. Las recompensas sociales son inmediatas y gratificantes y los peligros demasiado distantes y abstractos. "Podrías ser el siguiente" no es un cálculo que hagan la mayoría de las personas. Es solo un conjunto de palabras. Pero las recompensas sociales del estatus y la camaradería en grupo se registran instantáneamente. Curiosamente, los participantes de la cultura de la cancelación probablemente se superponen con aquellos que observan esta supuesta miopía sobre otros peligros, como el cambio climático. La comodidad instantánea y la gratificación no valen la inminente posibilidad de peligro futuro, dicen las personas. Pero el deseo de recompensas sociales instantáneas sobre desastres lejanos e inciertos no es una peculiaridad de ningún grupo en particular. Es común a todos nosotros. La mayoría de las personas favorecen la obtención de recompensas inmediatas en lugar de evitar la posibilidad más remota de sufrimiento futuro. Incluyendo a los detractores del cambio climático y adherentes de la cultura de la cancelación.
IV.
Con la consolidación de la cultura de la cancelación, la idea de separar al artista de su obra se convierte en un tema complejo y polémico que ha sido objeto de debate en diversos ámbitos culturales, artísticos y académicos. Hay varias razones por las que se puede decidir hacer esta distinción –que, for the record, es mi postura personal– y estas suelen variar según el contexto individual, las creencias personales y los valores culturales. Algunos de los argumentos más comunes que suelen invocarse para justificar esta separación son:
Valor intrínseco: Se argumenta que las obras de arte poseen un valor universal y permanente que trasciende la vida y las acciones del artista. Desde esta perspectiva, una obra puede ser apreciada por su belleza, técnica o significado sin necesidad de vincularla a la biografía o moralidad de su creador.
Autonomía de la obra: Se considera que una vez que la obra de arte ha sido creada, adquiere una existencia propia, independiente de su creadora o creador. Esto implica que la interpretación y apreciación de la obra pueden realizarse sin tener en cuenta las intenciones originales del artista o su conducta personal.
Enfoque en la recepción: Se sostiene que lo importante es la relación entre la obra y su receptor, es decir, cómo el público interactúa con la obra, la interpreta y le encuentra significado. Esta perspectiva prioriza la experiencia subjetiva y la respuesta emocional o intelectual del espectador sobre la figura del artista.
Imperfección humana: Todos los seres humanos son falibles y tienen aspectos problemáticos. Si se rechazara toda obra creada por alguien con comportamientos o creencias cuestionables, se limitaría significativamente el alcance del arte disponible para apreciar y estudiar.
Contexto histórico y cultural: Algunas obras fueron creadas en contextos históricos y culturales con valores muy distintos a los actuales. Separar al artista de su obra permite apreciar el arte dentro de su contexto sin aprobar necesariamente los aspectos problemáticos de su creador según los estándares actuales.
Por eso espero que, después de haber llegado hasta aquí, disfrutes de estas rutinas de Louis C.K. con las que me he reído hasta el llanto en infinidad de ocasiones.
A mí lo que me llama mucho la atención de este "castigo" es que suele recaer sobre arte o productos culturales. No veo a nadie preocupado por si su médico de cabecera o el tipo que asfaltó la carretera es un inmoral o un cerdo en otras facetas de su vida. ¿Por qué ahí sí se puede separar y en el arte y la cultura no? Pues seguro que se nos ocurren unos cuantos motivos xD
El mejor artículo que he leído en mucho tiempo. Gracias por este regalo.